AMBAY
Nombre científico: Cecropia pachystachya Trécul.
Sinonimia: Cecropia adenopus Martius ex Miquel; C. lyratiloba Miq.; Ambaiba adenopus (Martius e quel) Kuntze; A. pachystathya (Trécul) Kuntze; Coilotapalus peltata Britton x Mi
Partes usadas: La droga está constituida por las hojas y brotes secos. En menor medida la corteza. A las hojas se les quitan los pecíolos y las nervaduras.
Acción farmacológica: Si bien no existen estudios exhaustivos en cuanto a la farmacología del ambay, vale la pena destacar algunas investigaciones preliminares en cuanto a la actividad antimicrobiana, antioxidante, y sus efectos sobre el sistema respiratorio, nervioso y cardiovascular.
Acción sobre el aparato cardiovascular. Con respecto al aparato circulatorio, los resultados indicaron que el ambay posee una actividad bradicardizante débil (independiente de la actividad vagal), sin modificación de la excitabilidad auricular y con aumento de la actividad del digital (efecto sinergizante).
Estos resultados serían acordes con un estudio posterior en el cual se demostró experimentalmente que la ambaína de la hoja y la cecropina de la corteza del tallo y raíz se comportan como tónicos cardíacos y diuréticos de manera similar a la digitoxina, pero sin los problemas tóxicos de esta última
Acción sobre el aparato respiratorio: En los estudios farmacológicos realizados por Domínguez y Soto (1925) se observó una débil acción broncodilatadora por inhibición de las terminales nerviosas del nervio vago, con un aumento inicial de la amplitud de los movimientos respiratorios que luego decae en breves minutos.
Acción sobre el sistema nervioso: Domínguez y Soto (1925) observaron que el ambay ejerce una ligera acción depresora sobre S.N.C. En otro estudio más reciente realizado por Carballo et al. (2001) se observaron los efectos de un extracto suministrado por vía oral sobre el sistema nervioso y la actividad motora en ratones. Los resultados en su conjunto indicarían un potencial efecto depresor del sistema nervioso central, consistente en una respuesta depresora de las funciones motora y neurológico y que indicarían un posible efecto sedante del extracto
Efecto antioxidante: Velázquez et al. (2003) estudiaron la actividad antioxidante del ambay utilizando diferentes modelos de oxidación in vitro. En dicho estudio se observó que el extracto metanólico (y fracciones) redujo la producción de TBARS en forma dosis dependiente en la lipoperoxidación inducida por Fe 2+ / ascorbato (16.8 μg/ml) y Cl4C / NADPH (5.9 μg/ml) en microsomas. Asimismo, también se observó actividad atrapadora de radicales libres superóxido (15.1 μg/ml) y DPPH (9.7 μg/ml).
Composición química:
Corteza: cecropina (alcaloide) y ácido tánico (Domínguez y Soto, 1925; Neidlein y Koch, 1980).
Hojas: ambaína, ambainina, cecropina y cecropinina, flavonoides, ácidos araquídicos, behénico, lignocérico, cerótico, esteárico, margárico, nonadecanoico, heneicosanoicol tricosanoico, pentacosanoico, beta-sitosterol, stigma-4-en-3-ona, alfa- y beta-amirina. Los frutos contienen ácidos grasos
Efectos adversos: La información de uso tradicional así como los estudios realizados en cuanto a toxicidad, mutagenicidad y carcinogénesis indican que el uso del ambay no presentaría efectos adversos.
Interacciones medicamentosas: En animales, los extractos de ambay sinergizan la actividad de la digoxina (Domínguez y Soto, 1925).
Formas galenicas:
Infusión: 3-5 g/taza. Se administran 2-3 tazas diarias en casos de asma, broncoespasmos e hipertensión arterial.
Jarabe: También se suele preparar un jarabe con 500 g de hojas de ambay en 1.500 cc de agua, haciendo hervir durante un minuto. Se agrega posteriormente 2 k de azúcar y se vuelve a hervir por espacio de tres minutos. Las dosis en niños corresponden a las de una cucaharadita (postre) cada dos o tres horas (entre los dos y seis años) y en adultos, 2 o 3 cucharadas cada horas
Tintura: En relación 1:10 en alcohol de 35%. La dosis es de 1-2 ml. También se prescribe a razón de una cucharadita (preferentemente en infusión de anacahuita u hojas de eucalipto) 3 veces al día.
Pobladores originarios y habitantes de hoy conviven en la provincia de las Cataratas y conocen las plantas medicinales que crecen en el monte pródigo. Ellos saben preparar sus infusiones con las hojas del generoso ambay, el árbol amigo de las hormigas.
Salpicado por las Cataratas del Iguazú crece el ambay, un árbol que alcanza los 10 o 15 metros de altura y que también es conocido por los lugareños como ambaí, amba-hu, ambaiba, embaúva o palo de lija, y con el nombre científico de Cecropia pachystachya. Sus hojas largamente pecioladas (unidas), verde oscuras en la parte superior y casi plateadas en la inferior, son recogidas cuando, secas, caen del árbol, y se preparan en infusión para combatir catarros crónicos, tos rebelde, bronquitis, resfríos y hasta el asma y otras enfermedades vinculadas con las vías respiratorias.
Además de formar parte de la selva misionera, el ambay también se encuentra en distintos lugares de la Sudamérica tropical, especialmente en el nordeste argentino, el norte de Uruguay, el sur de Brasil y Paraguay. En 1932, el doctor Gustavo Crovatto, entonces director de la Oficina Química Municipal de Asunción, hizo sustituir la polígala, una hierba medicinal imposible de importar a causa de su precio, por las hojas del nativo y abundante ambay. Los resultados en los tratamientos de enfermedades respiratorias fueron excelentes y se comprobó, además, que el jarabe o el tónico preparados con este vegetal cumplen la función de antihipertensivo que regulariza el trabajo cardíaco, y también de buen diurético y antiinflamatorio
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