TERMÓMETROS SIN MERCURIO
Desde Abril de 2009 está prohibido en Europa la fabricación de termómetros de mercurio, en Argentina hay avances en la eliminación del mercurio en estos aparatos, en ese mismo año el Ministerio de Salud de la Nación dictó la resolución 139/09 para iniciar un gradual proceso de eliminación de este tóxico de los artículos relacionados con el cuidado de la salud.
Varios hospitales implementaron la norma de reemplazarlos gradualmente por aparatos digitales siguiendo la recomendación del Ministerio de Salud, entre ellos se encuentran el hospital Garraham y el Rivadavia.
También se busca reemplazar el mercurio en distintos ámbitos,
como las universidades y profesionales como los odontólogos, que utilizan amalgamas
con este elemento químico.
Por su parte el Programa de la Organización de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente en la convención celebrada en Ginebra a
principios de este año, dispuso que para 2020 quede totalmente prohibida la
producción, importación y exportación de pilas, interruptores, ciertos tipos de
lámparas fluorescentes compactas, jabones y cosméticos, así como de ciertos
instrumentos médicos –principalmente termómetros y tensiómetros– que contienen
mercurio. Las excepciones más notorias a esta regla son las vacunas, donde el
mercurio sirve de preservante; y cuando esta sustancia es utilizada en
prácticas tradicionales y religiosas, entre las que figuran la santería, el
espiritismo y el hinduismo.
¿Por qué deberíamos reemplazar el mercurio?
El mercurio es un elemento químico que suscita preocupación
a nivel mundial debido a su capacidad para recorrer largas distancias a través
de la atmósfera, su persistencia en el medio ambiente, su habilidad para
acumularse en los ecosistemas y sus importantes efectos negativos sobre la
salud.
Es perjudicial para la salud y también para la fauna y el
medio ambiente; no se degrada y se dispersa, contamina y llega a la cadena
alimentaria. Incluso aunque sea en pequeñas cantidades, el mercurio en nuestro
cuerpo puede provocar enfermedades nerviosas. Cuando se rompe un termómetro, la
exposición o inhalación del mercurio puede causar daños a los pulmones, riñones
y cerebro. El juego de atrapar las bolitas de mercurio que salen al partirse el
tubo es un gran riesgo.
Si tiramos un termómetro de mercurio a la basura, este
mineral puede llegar al mar y, por ejemplo, acumularse en los peces. Si
ingerimos mercurio, no notaremos unos síntomas específicos. Esto hace que sea
muy importante extremar la precaución con niños y animales. Ante la sospecha,
mejor ir al médico o al veterinario.
Si vas a seguir usando tu termómetro de mercurio, hay una
serie de recomendaciones por si llega a romperse:
- No toques el mercurio. Usa guantes, y cuando acabes, tíralos.
- Abre las ventanas de la habitación donde se ha roto, deja que se ventile. También es recomendable bajar la temperatura de la calefacción, si está encendida.
- No uses el aspirador ni la escoba. Las bolitas se romperían en otras más pequeñas.
- Para recogerlo, usa papel o cinta adhesiva.
- Evita usar productos de limpieza, sobre todo si contienen amoníaco. La mezcla de detergentes, amoníaco y mercurio puede provocar que se desprendan compuestos tóxicos.
- Piensa en el medio ambiente: no eches el mercurio por el desagüe, tampoco lo tires a la basura. Mételo en un recipiente no metálico con tapa y llévalo a tu punto de recogida de residuos especiales más cercano.
- Los termómetros digitales, los termómetros que no contienen mercurio más frecuentemente usados, utilizan un termistor que convierte la temperatura en una resistencia eléctrica conocida, y son muy sensibles. Tal como sucede con la mayoría de los productos (con o sin mercurio) su exactitud depende de la calidad y técnica de fabricación.
A la hora de comprar un termómetro elija las opciones sin
mercurio: digitales, de alcohol o las bandas plásticas que se colocan en la
frente.
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