La malnutrición en personas ancianas

La malnutrición es un problema gravísimo en la tercera edad: se calcula que a partir de los 80 años, el 70% de las personas ancianas se encuentran en situación de déficit nutricional.

Comer bien, seguir cocinando o masticar adecuadamente puede ser difícil o doloroso para las personas mayores: los tratamientos médicos pueden afectar a la memoria o a las habilidades culinarias, la depresión tiene una alta incidencia en este rango de edad, muchas veces debido a la viudedad, y los dientes y encías se han debilitado dificultando la deglución. A ese tipo de problemas tan frecuentes se suma, además, que algunas personas mayores presentan enfermedades mentales y diversos tipos de demencia.

La malnutrición puede estar causada por enfermedades agudas o crónicas, inflamación, malabsorción de nutrientes causada por fármacos o daños intestinales, disminución del gusto y olfato o dificultad para masticar o tragar. También la depresión, el reducido contacto social o los muy frecuentes ingresos hospitalarios que rompen la rutina de la persona mayor, tienen influencia sobre sus hábitos alimentarios.



¿Cómo detectarla?
En adultos ancianos y ancianas, especialmente en mujeres, el peso saludable recomendado por la OMS es ligeramente superior al recomendado para jóvenes y mediana edad: un ligerísimo sobrepeso (IMC de entre 25 y 27 puntos) resulta protector frente a situaciones de riesgo. Mantener un porcentaje de grasa ligeramente superior al propio de la persona durante su juventud (nunca llegando a obesidad) resulta protector frente a la desnutrición, operaciones, fracturas, amortigua golpes y protege el músculo y los huesos, que en esa etapa suelen estar afectados por osteopenia y osteoporosis.


Una pérdida de peso sostenida debe preocuparnos: pregunta a tu ser querido sobre sus hábitos alimentarios e intenta pasar todo el tiempo posible junto a él durante las comidas. Los varones viudos son especialmente vulnerables, debido a pautas culturales y escasas competencias en el trabajo doméstico: es muy importante en ese caso, siempre que no exista disfunción cognitiva que lo impida (por ejemplo, Alzheimer), enseñarle algunas técnicas básicas de cocción, hábitos de vida saludable... La socialización con su familia y amistades es también importantísima: el aislamiento quita el hambre...

Busca posibles problemas físicos: ¿cicatrizan adecuadamente sus heridas, tiene muchos hematomas o algún problema dental? Es importante, también, controlar con mayor frecuencia, los paramétros de salud más estandar a través de analíticas, incluida sangre: albúmina, relacionada con el perfil proteico, siempre incluida, junto al resto de parámetros.


¿Qué hacer?

- Purés: Si hay dificultades en la masticación por pérdida de piezas dentales, o de deglución.

- Suplementación: Los complementos alimenticios son de gran ayuda para complementar la dieta. Aportan vitaminas y proteínas, no resultando excesivamente saciantes y no intefiriendo con la ingesta "normal" (o sea, deficitaria y demasiado baja en calorías) de la persona mayor.

- Los frutos secos son muy interesantes, pero puede haber dificultades tragando y masticando almendras, MANIES... Las cremas de almendraS son un aporte interesante y delicioso al yogurt, por ejemplo.

- Utilizar condimentos como limón, especias... en la comida, especialmente si la persona tiene hipertensión y su ingesta de sal está restringida. Si la comida es insípida, comerla es un reto aun mayor. Hacer los alimentos más sabrosos es muy importante en este caso, pero sin añadir grandes cantidades de grasas ni azúcares simples.

- Hablar con su médico y valorar la posibilidad de acudir a un nutricionista que los ayude a planificar menús completos y deliciosos, pero adecuados a las capacidades de masticación y deglución de tu ser querido.

- Fomenta la socialización en la medida de vuestras posibilidades y el ejercicio regular: anima a tu familiar a FRECUENTAR sus amistades, salir a pasear o incluso acudir al gimnasio a realizar actividades específicas para personas mayores.